En casa, muy a mi pesar, seguimos ensayando para la gran actuación de la ‘Muchachatunga’, que nos tiene a todos ‘estrosaítos’ con las idas y venidas de la niña dando manotazos a diestro y siniestro como si estuviera espantando moscas, dejándose las muñecas en cada esquina de la casa y echando la cabeza hacia atrás al borde del dislocamiento o de la posesión demoníaca. Pero es que la ‘Muchachatunga’ es una actuación estelar y ya se sabe que las actuaciones estelares necesitan de muchos ensayos.
Así, de noche, de día y de madrugada la tengo haciendo el majara, con las manos en la cabeza y moviendo las caderas con la gracia de una bielorrusa bailando flamenco, que se ve que el dinero que invertimos en esto del baile igual hubiera sido mejor destinarlo a la cría de lombrices en cautiverio porque por mucha castañuela y mucho ensayo, no se le ve mucho color al asunto, que una será su madre y tendrá una cicatriz que lo atestigua, pero las cosas hay que contarlas como son, que luego viene esto del karma y las energías del universo a rendir cuentas y no está una para recibir guantazos de la providencia. Como tengo yo el cutis de delicado en primavera.
Lo bueno es que al pelirroja es de autoestima alta y ella va a lo suyo, poniéndose el pijama de ‘peshitos’ –esto es remangado hasta que le queda como una especie de sujetador improvisado- y moviendo la barriga como si le estuviera dando un cólico cerrado de los malos, mientras el hermanísimo –pobre criatura- la mira desde el carro con los ojos desencajados tratando de averiguar qué es lo que se cuece en la casa y sobre todo si él acabará pillando rasca en el asunto.
‘Ez que le encanta cómo bailo ¿a qué zí mamá?’ me dice la pelirroja moviendo la cabeza como un rapero venido a menos. 'Buenooo, le encanta, míralo que no te quita ojo’... Y ella se vuelve loca de la emoción y da dos giros seguidos en plan Bisbal hasta estamparse contra el sofá mientras al pobre hermano se le achinan los ojos y empieza a hacer pucheros. Pero es que claro, la criatura no sabe de arte.
‘Lo peor de todo, mamá, ez que ezto me va a coztar mucho trabajo de hacer cuando me tenga que tirar para atráz con el disfraz de cereza puesto, ¿a que zí? Menoz mal que eztoy enzayando durízimo ¿a qué zí?’… Me soltó mientras se contorsionaba como si le estuvieran dando espasmos a los pies de la cama. Y claro, yo me quedé perpleja ante la idea de que la niña tuviera que ir vestida de cereza… a ver si las maestras en plan mojigatas habían hecho una versión frutal del asunto, lo cual era como poco surrealista... o peor aún , a ver si al final la canción no era la ‘Muchacha turca’ de Hakim y era yo la empanada…
‘¿Pero seguro que tienes que ir de cereza?’ / ‘Seguro que zí... yo creo que zí ¿ez que no te guzta de cereza?’ / ‘Sí, sí que me gusta pero no sé yo, yo creí que te disfrazarías de mora’... Y entonces la niña paró de bailar -o lo que fuera que estuviera haciendo-, abrió lo ojos como platos y gritó‘Ezo mamá, de mora, ez que me había equivocado de fruta’.
Pues eso, que no hacemos carrera de la criatura.