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Channel: Hija no hay más que una... (Gracias a Dios)
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El paletón y otras amenazas

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Los dramas, como las guerras, comienzan a fraguarse mucho tiempo antes de que la cosa se ponga fea y generalmente por un motivo aparentemente nimio y absurdo, pero que es el causante de todo mal. En mi caso, el detonante de esta nueva vuelta de tuerca a mi estrés/malvivir maternal lo tiene un incisivo. Una paleta. Un paletón de toda la vida de Dios. Que me trae por el camino de la amargura.

Y es que Cigoto con esta ansiedad tan mala que tiene por hacerse un hombre de bien y dejarse mostacho más pronto que tarde, está como loco con el crecimiento y además de estallar bodies y pijamas, está que vive sin vivir en él, acumulando calcio a escondidas para echar toda la dentadura más pronto que tarde y ponerse una boca como la de Masiel antes del primer cumpleaños.

Igual todo esto me parece tan prematuro porque la pelirroja, que había gastado todo el calcio en la gigantocabeza que lucía de bebé –que estaba dura como una piedra desde que nació, sin fontanela ni perro muerto-, no mostró su primer diente hasta el año, que estaba yo por comprarle una dentadura postiza y pegársela con Corega de lo preocupada que estaba con el asunto. Así que el hecho de que Cigoto ya esté metido en vereda con los paletones me parece, cuanto menos, innecesario.

Y es que claro, si le sale del tamaño del de Bob Esponja como el que le salió a la hermana, que por la punta que asoma tiene toda la pinta, lo normal es que le duela nivel se me está rajando media encia y mire usted, yo lo entiendo y hasta lo compadezco, pero ¿de verdad es necesario que duerma sólo tres horas seguidas para congraciarme con mi vástago? Pues mire usted, no. ¿Y es necesario que lo tenga berreando a cada rato, penoso y porculero? Pues mire usted, tampoco. ¿Y babeando nivel diluvio universal que tengo que cambiarlo cada tres segundos y llevar un maletón como si me fuera de campamento cada vez que bajamos a la calle? Pues no, tampoco.

Y por si eso no fuera poco, ayer mismo mientras le daba un trozo de quesito, me pegó un bocado con el prepaletón en el dedo que casi me lo amputa. A mí. A su madre. Y con mala uva. Como si fuera una rata rabiosa. Que igual es que tiene ansiedad por los lácteos como la hermana y se volvió loco o igual está avisando de lo que se me viene encima cuando a toda su maldad pelirroja y a sus cuatro neuronas de bebé, se le sume una dentadura de piraña.

Definitivamente, esto se va a poner muy feo. Y el paletón es sólo el principio.



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